Ella sabía que iba a morir, que no había cura para su enfermedad; sabía que pasarían varios años antes de su final.
María tenía 23 años, llevaba dos años con su pareja, se querían; pasaban como muchas personas haciendo planes para su futuro querían viajar, conocer diferentes culturas, hacer locuras y sobre todo pensaban como sería su vida cuando fueran adultos. María dejó su pueblo a los 18 años para poder ir a la universidad, le costó adaptarse pero disfrutaba mucho su tiempo, ya que había hecho buenos amigos. Solía salir de fiesta los fines de semana y en las vacaciones regresaba a su pueblo a visitar a sus familiares y amigos.
Durante el tercer año de carrera María conoció a un chico de su clase, comenzaron a salir y se hicieron novios después de algunas semanas; viajaron juntos a su pueblo a conocer a la familia de su novio. La relación iba muy bien y se fueron a vivir juntos, pasaban la mayor parte del tiempo estudiando y los fines de semana salían con sus amigos y disfrutaban de su tiempo libre. Como parte de un trabajo rutinario de la universidad debían asistir a una jornada de prevención de enfermedades de transmisión sexual, su trabajo era enseñar a los jóvenes qué son estas enfermedades, cómo se contagian y sobre todo cómo prevenirlas. Otro grupo de amigos se encargaba de recolectar sangre en la localidad a todas las personas que quisieran donar, para esto realizaban pruebas para evitar enfermedades que se pudieran transmitir por la sangre. Ella y todos los compañeros de la universidad presentes en el acto donaron sangre y se hicieron las pruebas.
Días después María fue llamada a la dirección de la universidad, el rector se veía preocupado y no sabía cómo decir las cosas claramente, le dijo a María que se sentara que necesitaban hablar. Sin más palabras le dio una carta y María la abrió, eran los resultados de las pruebas de sangre, el resultado era que María tenía SIDA. Ella leyó el papel, lo cerró y miro al rector y lo volvió a leer. Posteriormente salió de la oficina, marcho hacia un parque de la ciudad muy tranquilo y se sentó allí por varias horas, ya tarde de la noche regreso a su casa. No sabía cómo decirle a su novio la noticia recibida, pero él ya no estaba, había recogido sus maletas y había marchado, pues había recibido la misma noticia unos minutos después por el rector de la universidad. María estaba devastada, se tomó unos días sin ir a la universidad sentada en su casa pensando en cómo enfrentar y hablar esto con su familia, pues al fin y al cabo sabía que no había cura ni tratamientos en ese momento, sabía que iba a morir.
Al regresar a la universidad algunas personas se habían enterado de su enfermedad, aunque todos actuaban normal ella sentía que algunas personas la evitaban, otros tenían menos tiempo para hablar con ella y algunos no querían incluirla en los trabajos de grupo. María empezó a sentirse cada vez más distante de la universidad, dos meses después dejo los estudios para irse a su pueblo. Los padres de su novio llegaron a visitarla de sorpresa a su apartamento en la capital, estaban preocupados ya que su hijo llevaba casi dos semanas sin llamarlos ni contestaba al teléfono. María no sabía que decirles, al final les dijo que él marcho dos semanas antes cuando ellos discutieron, no quiera decirles nada de la enfermedad pues sentía que debía ser él quien se los dijera. Los padres llamaron a la policía para buscar a si hijo, pero no lograron encontrarlo.
Los padres de María no sabían por qué ella había dejado la carrera que tanto le gustaba y había regresado tan delgada, cansada y triste. Ellos pensaban que era la ruptura con su pareja la causante de eso, no querían meterse en su vida así que no preguntaban mucho. Una noche ella llamo a sus padres al comedor para hablar con ellos, con lágrimas en los ojos les contó la situación. Esta fue una noticia dolorosa para sus padres, no entendían ni conocían muy bien el problema, tenían las mismas ideas que la mayoría de las personas en ese momento, que esa era una enfermedad de homosexuales, prostitutas y drogadictos. Se sentían tristes por lo sucedido pero a la vez avergonzados de su hija. Le pidieron no decirle a nadie más pues no quieran que pensaran que ella se fue a la capital de prostituta.
Los meses pasaban y María se sentía peor triste, desesperada, avergonzada, no sabía cómo había contraído esta enfermedad. Ella y su novio tenían una buena relación, ella había tenido algunas relaciones sexuales cortas antes de conocer a su novio pero siempre uso protección. Un año después de estar en la ciudad, María tomo veneno y murió. La causa no fue su enfermedad sino todas las situaciones derivadas de esta, como son: la vergüenza, estigmatización, miedo, el sentir que no podía contarle a nadie, al perder el apoyo de sus seres queridos. Sin culpar a nadie más que a ella, la encontraron en su habitación con una nota pidiendo perdón a sus padres por el daño causado.
El SIDA (Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida) es una enfermedad causada por un virus que afecta al sistema inmune. Esta grave enfermedad afecta a millones de personas en todo el mundo. Las vías de adquisición de la enfermedad pueden ser a través de agujas o inyecciones, sexo, transfusiones de sangre, entre otros.
Además de las dificultades fisiológicas directas por esta enfermedad, los problemas psicológicos y emocionales causados por los mitos y las ideas de la sociedad afectan a la persona infectada, llevándola en muchos casos a sentir vergüenza. El miedo a morir así como la desesperanza causada por el aislamiento social son factores que limitan la búsqueda de ayuda, empeorando y acelerando la enfermedad. Por esta razón, es crucial cambiar los pensamientos equivocados de esta enfermedad. Apoyar a los seres queridos infectados los animará a buscar ayuda lo antes posible, incrementando con ello su calidad de vida y su bienestar psicológico y social.
Diciembre 2018
Foto: Ani Kolleshi